TEXTO

"Si los españoles hablásemos sólo de lo que sabemos, se generaría un inmenso silencio, que podríamos aprovechar para el estudio.“

Manuel Azaña

Vistas de página en total

miércoles, 11 de julio de 2018

Sobre los modelos educativos


Lo confieso: en realidad este escrito inicialmente iba a tratar sobre un tema diferente, pero fue escuchar las palabras de nuestro nuevo ministro de Ciencia, innovación y universidades y he cambiado de enfoque sobre la marcha.





Sus palabras toman como ciertos varios dogmas impuestos por el capitalismo y el neoliberalismo para degradar la educación pública. No voy a analizar más allá lo que dijo nuestro ministro en esos vídeos. Tampoco las posteriores justificaciones a sus palabras, que lejos de defender un sistema público de enseñanza, siguen dejando un regusto de defensa de lo privado frente a lo público. El objetivo del artículo, como digo, no es hablar del ministro. Simplemente vamos a escuchar sus palabras y las dejaremos aparcadas en un segundo plano, como si fueran posos de café en una taza. Pero antes de nada vamos a empezar por el principio.


¿Qué es la escuela privada? ¿Qué es la escuela pública? ¿Y la concertada?
Después de haber escuchado a la gente opinar por foros, en la calle o en el bar me estoy dando cuenta de que no parece estar muy claro cómo se estructura el sistema educativo en España. Voy a tratar de ser breve y dejar la idea general sin aportar muchos datos técnicos.
Todas las escuelas en España se pueden dividir atendiendo a los criterios de administración y financiación, es decir, a cómo se organizan y gestionan sus recursos para obtener el mejor rendimiento y por otra parte de dónde sacan el dinero para conseguirlo. De esta manera podemos encontrar en nuestro sistema educativo tres categorías de enseñanza: la pública, la concertada y la privada. 

·          La escuela pública está financiada a través de dinero público y la administran los organismos públicos.

·    La escuela concertada está administrada por empresas privadas pero se financian a través de lo público y aportaciones privadas (generalmente de los padres y madres de los alumnos).

·    La escuela privada está administrada y financiada exclusivamente por entidades privadas, ya sean empresas o personas.


Tradicionalmente se ha asumido de manera equivocada que la educación privada (o concertada) es mucho mejor que la pública. Esta postura no es más que una falsa sensación de éxito social basada en la pertenencia a una elite. Es decir, se tiene una visión de la educación como si de una mercancía más se tratase y por lo tanto tiene un precio que depende de su calidad. Por ello, a mayor precio, mejor calidad. Este argumento, aparentemente verdadero, acaba siendo falso. Tengamos en cuenta que todo negocio, como lo es el de la educación privada, está enfocado al beneficio económico a través de la venta de bienes y servicios a clientes. Es por ello por lo que tradicionalmente las escuelas privadas han ido tejiendo a lo largo del tiempo una red clientelar casi sectaria.


Existen varios colegios en Madrid cuyos alumnos acaban alimentando los puestos de alta dirección de grandes empresas. Todos hombres, por supuesto. ¿Implica esto que es de mejor calidad? Claramente no. Tengamos en cuenta que las empresas que gestionan la educación privada suelen estar ligadas a la iglesia católica, lo que ya otorga de antemano un determinado sesgo al alumndo y profesorado. Además, suelen ser centros que fomentan la segregación por sexos. De esta manera, se pierde el carácter universal e igualitario de la educación. Resulta muy difícil luchar por una igualdad real entre hombres y mujeres si durante el proceso educativo se mantienen este tipo de estereotipos.


Más allá de la escuela privada, peor todavía es el caso de la educación concertada, ya que posee todos los mecanismos de exclusión social de la privada, pero encima está financiada con dinero público.  Las estadísticas nos dicen que más del 90% del alumnado con necesidades especiales son directamente rechazados por la concertada y son asumidos por la escuela pública; saltándose los criterios de cercanía al domicilio o si existen familiares en el centro educativo.


Estos conciertos educativos fueron creados en 1993 por el gobierno del PSOE con la idea de universalizar la educación al ser complementaria de la educación pública. Sin embargo, después de estos años hemos visto cómo lejos de ser algo complementario está siendo una competencia directa a lo público y además es un proceso patrocinado por las instituciones públicas. Esto es cada vez más evidente en el medio rural, en el que se están dando casos de cierres de centros públicos para alimentar a los centros concertados o privados. Es decir, las instituciones públicas están alimentando a las redes privadas para no ofrecer una mejor alternativa o dotar de más medios a lo público. No nos engañemos, este proceso no es casual ni está científicamente razonado sino que forma parte de unas directrices políticas (y de un credo) muy concretas que precisamente fomentan la creación de esas élites.


Este perfil educativo tan concreto no es más que una cara más del neoliberalismo salvaje. No es casual: son centros que promueven la desigualdad y la competencia despiadada como motivo de éxito, todo ello enfocado a un deseado éxito en los negocios o bien orientado a conseguir una mejor posición social. Es por ello por lo que las palabras del ahora ministro tienen especial gravedad: quieren enfocar la educación como una herramienta para fabricar seres especializados en un perfil concreto y que obedezca unos principios neoliberales basados en la competencia y la desigualdad. Lo triste es que esos principios neoliberales están entrando con cada vez más fuerza en lo público (o es que a lo mejor nunca se fueron) Es por ello por lo que debemos luchar porque la educación no se desvirtualice ni se aleje de su objetivo principal: formar ciudadanos libres y críticos. Y en eso los republicanos tenemos mucho que decir.

La educación desde un punto de vista republicano
Como defensores de los ideales republicanos está claro que nuestra apuesta es por la escuela pública como garante de una educación universal y de calidad. No hay más que echar un vistazo a la constitución de 1931 o a las reformas efectuadas con la II República. Por ejemplo:
Proporcionar una educación era obligación del Estado. Si bien es cierto que la educación privada se aceptaba en la República siempre y cuando no tuviera fines partidistas o religiosos.

La educación debe ser laica. Esto no quiere decir que se prohiba una determinada religión, quiere decir que en el ámbito educativo no se rinde culto a ninguna religión.
La educación es un bien social, en el sentido que debe ser capaz de preparar al alumnado para ser parte de una sociedad diversa y plural. 

¿Hasta dónde habremos retrocedido en valores humanos para que a la mayor parte de nuestra sociedad estos tres puntos les parezcan una utopía anticuada y acepten en su lugar el argumentario neoliberal a pies juntillas?


Es muy necesario que luchemos por una educación basada en el beneficio social y que se aleje de fomentar la desigualdad. 

El enemigo no lo pone nada fácil: su mensaje insolidario, individualista e inhumano es muy fácil de comprar y se cuela en los libros de texto. 

Tomemos los valores republicanos como punto de partida para construir una sociedad mejor con la educación pública por bandera. 

Es básico para tener ciudadanos libres y críticos que sean capaces de decidir razonadamente cómo quieren que sea la sociedad en la que viven. 



Jose Cuenca.-



0 comentarios:

Publicar un comentario