TEXTO

"Si los españoles hablásemos sólo de lo que sabemos, se generaría un inmenso silencio, que podríamos aprovechar para el estudio.“

Manuel Azaña

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domingo, 15 de abril de 2018

Manifiesto del 14 de abril de 2018

La República lucha por vivir más allá de las piedras 


El 14 de abril es el día en el que los que decimos ser republicanos conmemoramos el nacimiento de la II República española. Fue sin duda el periodo de nuestra historia en el que podríamos asegurar que se alcanzaba la madurez democrática en España. Este proceso fue, sin embargo, interrumpido por un terrible golpe de estado militar en 1936 por parte de Franco.

Lo que vino a partir del 1 de abril de 1939 es de sobra conocido por los republicanos y por los familiares de las víctimas. El periodo de oscuridad duró cuatro décadas, pero hasta nuestros días podemos notar los coletazos del espíritu fascista que sobrevuela nuestra sociedad y poderes públicos; a pesar de todo el tiempo que ha pasado desde la muerte del dictador.

La llegada de la II República supuso la conquista de una serie de derechos sociales que quedaron plasmados en la constitución de 1931. La igualdad de derechos entre hombres y mujeres, el derecho al divorcio o el sufragio universal son solo unos ejemplos. Durante los años de la República se garantizó el acceso a la sanidad y educación públicas; lo cual suponía un gran paso hacia una sociedad más justa, más educada y más democrática.

El discurso hegemónico, construido por los dos grandes partidos del régimen, ha calado tanto en nuestro subconsciente que hasta olvidamos nuestras palabras y nuestro mensaje. No, la democracia no nació en 1978 con una puerta giratoria que convertía fascistas en demócratas: la democracia moderna en España nació con la II República.

Hoy, como cada año, nos reunimos en torno a la bandera tricolor para honrar la memoria republicana y la de las personas que perdieron la vida defendiendo sus valores. En estos días de posmodernidad líquida y de revisionismo salvaje es muy importante que nos mantengamos fuertes en nuestro mensaje y no nos convirtamos en esclavos de la imagen.


Nuestro objetivo es conseguir una sociedad plenamente justa y democrática; y eso implica necesariamente construir una nueva República. Sin embargo, parece que nos hemos acostumbrado a vivir la República alrededor de las piedras de un cementerio, desvirtuando así nuestra lucha.

De nada sirve compartir una imagen por redes sociales una vez al año, ni envolverse en esa bandera tricolor que durante todo el año está olvidada en el cajón. Evitemos caer en la dictadura de la imagen que es capaz de desvirtualizarlo todo y construyamos en valores; que estas piedras sirvan de cimientos, pero que no sean la casa en la que vivimos.

Necesitamos construir y llenar de contenido la República; y eso va más allá de plantear el hecho de poder elegir al jefe de nuestro estado cada cierto tiempo. Eso es solo una parte, necesaria pero no suficiente para llegar a nuestra meta.

Ya desde las elecciones de 1977 el movimiento que defendía la República fue saboteado y silenciado hasta el olvido. Ningún partido republicano pudo presentarse a esas elecciones porque todo estaba ya planeado y más que planeado por agentes externos. Querían enterrarnos para siempre en el olvido. La llamada ley de amnistía hizo el resto.

La constitución de 1978 asignaba exclusivamente la tarea de hacer política a los partidos, dejando a la ciudadanía lo más alejada posible de intervenir en las instituciones. La única manera que tiene la ciudadanía para influir en la política se reduce al gesto de comprar una determinada marca electoral una vez cada cuatro años. Además, ya se encargaron de echar más tierra encima de la República al blindar la figura del rey. Otra trampa más: como el texto estaba votado, ya no hacía falta referendum por la República. Se asumió que esa era la voluntad popular y "los padres de la democracia" dieron el debate por zanjado.

Si de verdad queremos una sociedad democrática debemos luchar para que la sociedad firme un contrato social con ella misma. Todos y todas tenemos un compromiso para fortalecer ese espíritu democrático que convierte a cada ciudadano en un agente activo de la política. La cosa pública la hacemos entre todos.

Por eso hay que ser valientes y dar un paso al frente. No convirtamos nuestros ateneos, clubes, sociedades de amigos y demás asociaciones republicanas en lugares donde la nostalgia llene el ambiente; ni tampoco nos convirtamos en los guardianes del tarro de las esencias democráticas: trabajemos para construir la sociedad que queremos.

Debemos romper con las normas que nos dicen que la acción política recae exclusivamente en los partidos. La tercera República debe estar formada por una sociedad de ciudadanos libres con poder de decidir sobre cómo quieren que sea su país. Esta batalla es dura, pero necesaria. Debemos hacer mucha pedagogía porque esa visión conformista y clasista de la política forma parte de ese "atado y bien atado" que lleva ya demasiado tiempo en nuestra sociedad.

Tenemos que plantear esta batalla en el único campo en el que la podemos ganar: la cultura. Argumentemos, enseñemos, construyamos ese mensaje contrahegemónico de que otro país mejor es posible y de que podemos hacerlo entre todos.

Firmemos ese pacto para que las víctimas, cada día más olvidadas, no vuelvan a ser derrotadas. Ya lo han sido muchas veces gracias a la posverdad que los reduce y condena al olvido.

Vivamos la República todos los días de nuestras vidas para hacer justicia con las víctimas y con nuestra sociedad.

¡Salud y República!


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