13.06.2018 El mejor poema de
Pablo Neruda: Winnipeg
Neruda tenía como uno de sus mayores poemas, uno no escrito, según él,
y yo estoy de acuerdo, fletar un barco desde Francia, el Winnipeg, para que
2.200 refugiados de la Guerra Civil Española pudieran irse a Chile en busca de
una nueva vida. Uno de esos tantos episodios históricos que hoy han caído
prácticamente en el olvido.
Al final de la guerra civil, con la victoria de los generales
golpistas, más de medio millón de españoles buscaron refugio en Francia. Fueron
directos a campos de concentración, donde morían como moscas, sobre todo los
niños. Neruda era una persona, y como tal, conocía su deber de ser humano, sin
esperar un puesto en ningún paraíso después de la muerte. Durante la guerra
estuvo en todo momento del lado del gobierno legítimo de la Republica Española,
por supuesto contra los criminales traidores a la patria que dieron el golpe de
Estado, que dio lugar a una de las más terroríficas dictaduras existentes a lo
largo de la historia, dirigida por el instaurador del actual Régimen.
Vio con sus propios ojos lo que pasaban los refugiados españoles en
los campamentos de refugiados, por llamarlos de algún modo, en realidad, campos
de concentración. Entonces se le ocurrió la gran idea, el mejor poema de su
vida. El Winnipeg era un barco de carga, no de pasajeros, fue adaptado para
transportar 2300 personas. El 4 de agosto de 1939 comenzó la travesía. En
Chile, la derecha chilena, al igual que ahora la derecha española, alzó voces
escandalizadas, incluso llegaron a gestar un golpe de Estado para evitarlo.
Parece ser que el fascismo es igual en todos lados, prefieren que los
refugiados se ahoguen en el mar a salvarlos, luego con ir a misa y darse golpes
de pecho, todo solucionado. Decir que la mayoría de los chilenos los recibieron
con los brazos abiertos.
En Valparaíso había indeseables con pancartas en contra del desembarco
de españoles, otros con pancartas dándoles la bienvenida. Según cuentan, cuando
comenzaron a bajar, al verlos desnutridos, con el miedo y el sufrimiento
reflejado en el rostro, algunos de quienes portaban pancartas en contra de la
llegada de los refugiados españoles, tiraron esas pancartas y se unieron a
quienes les daban la bienvenida.
Muchos de esos españoles aportaron mucho Chile en todos los sentidos,
hasta el punto, que todavía, el 14 de abril, en la región de Aquitania, de vez
en cuando se celebra un acto en honor a aquellos refugiados, donde hay una
placa conmemorativa en la ciudad de Pauillac, con la efigie del poeta y unos
versos:
Todos fueron entrando al barco.
Mi poesía en su lucha había
logrado encontrarles patria
Y me sentía orgulloso.
Yo sentía en los dedos las semillas de España,
que rescaté yo mismo y
esparcí sobre el mar,
dirigidas a la paz de las praderas.
Paco Arenas,-
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